En principio, la declaratoria generó un problema social, derivado a que un significativo sector de población petenera o inmigrante interna del resto del país, dependía directa e indirectamente, de los recursos obtenidos de las áreas de bosque.

Durante los siguientes meses y años, se propició una discusión sobre los mecanismos de conservación efectiva en el área declarada, existiendo una abierta confrontación entre quienes abogaban su protección total y entre quienes promovían su conservación a través de su uso.

En 1996 y en coincidencia con la coyuntura de los acuerdos de paz, se decidió otorgar a grupos comunitarios que por años habían utilizado los recursos en dichas áreas, el manejo de las zonas que el Plan maestro elaborado, permitía su utilización bajo criterios de sostenibilidad.
Como garantía por parte de la representación del Estado, que negociaron este proceso de usufructo, se determinó que las áreas concesionadas deberían contar al tercer año de su otorgamiento, con un mecanismo de certificación forestal.

Lo interesante del hecho es que, los grupos comunitarios y las organizaciones no gubernamentales orientadas a la conservación ambiental, libraron una “batalla” ideológica, pero sobre todo, la comunitaria, de defensa de sus derechos consuetudinarios.

Con más incertidumbre que certeza, el modelo de concesiones fue implementado con unas pocas concesiones, que en el transcurso de los años, ha permitido que actualmente existan 11 concesiones forestales: 9 comunitarias y 2 privadas.

Debido a lo relevante del hecho, muchas organizaciones e instituciones nacionales e internacionales gubernamentales, han realizado una serie de estudios, buscando obtener información que sustente, modifique y/o consolide el proceso. Asimismo, este modelo de uso de los recursos naturales, luego de más de 20 años de implementado, ha inspirado a otros esqueDe esto deviene la siguiente pregunta, “¿Cómo contribuye el resto del país, en la conservación de la reserva de la Biosfera Maya?”.

Varias pueden ser las respuestas, según el conocimiento, interés e información que se tenga al respecto. Es probable que la mayoría de manifestaciones se orienten a indicar la responsabilidad que tienen las personas e instituciones vinculadas con la conservación de los recursos naturales y en especial el recurso forestal, no obstante habría que cuestionar una acción directa de la ciudadanía.

Existe un mecanismo sencillo y de mayor efecto, que cualquier mecanismo de presión del tipo activismo, esto es la compra responsable.

Si las personas que requieren productos maderables o no maderables son selectivos demandando únicamente productos que garanticen la sostenibilidad ambiental, económica y social, una buena cantidad de productos provenientes de la Reserva de Biosfera Maya, podrían ser colocados en el mercado nacional, y no solamente en el exterior.

Es decir, el resto de la sociedad guatemalteca estaría compartiendo la responsabilidad de la conservación de esta importante área, de manera indirecta, a través del consumo de los productos obtenidos de manera sostenible.

El tal sentido, se invita a reflexionar al ciudadano, a la sociedad guatemalteca, sobre su efectiva contribución en la conservación, mediante la aplicación del concepto de compras responsables, buscando las opciones de productos forestales provenientes del manejo forestal sostenible comunitario, implementado por los grupos certificados en las concesiones forestales de Petén.

Todos exigimos la conservación, pero muy poco participamos. Con una simple elección en la adquisición de productos forestales, estaremos contribuyendo a la conservación ambiental en general y a los bosques en particular.

¿En conclusión, si nos enorgullecemos de nuestro legado cultural y natural de la Biosfera Maya, estamos contribuyendo a su conservación? mas en Latinoamérica, y ha servido de ejemplo, sobre la posibilidad de integrar la tan discutida dicotomía entre: conservación y desarrollo, esto es el desarrollo sostenible.

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